lunes, 1 de diciembre de 2008

problematica

La emigración tiene problemas diferentes: los que se van tienen un efecto similar al de la disminución de la natalidad, lo que para los países de natalidad alta será un alivio. Los que vienen tienen que integrarse en el nuevo país, primero laboralmente con una legalidad en permisos, identificación, seguridad social y educación; al mismo tiempo culturalmente, por el idioma nuevo, cuando es diferente del suyo, en cualquier caso deben asumir las nuevas costumbres y formas de vida. Los valores serán de diferente intensidad, por ejemplo el concepto de amistad, de servicio comunitario, de tiempo libre, de horarios, de comidas, de familia, de folclore, de gustos artísticos; estos nuevos o modificados valores se deberán atemperar con los suyos de origen para evitar problemas inútiles, pero la diversidad cultural y la diversidad de idiomas, de religiones, puede ser enriquecedora a veces, y creadora de conflictos graves en otros casos. De todas formas no serán estas cuestiones los principales problemas, salvo que haya una fuerte discriminación por los nacionales o por otros grupos de emigrantes.

Los problemas más graves y de diferente intensidad según países son documentos de identidad legales/permiso de trabajo legal. Para sobrevivir los adultos y sus familias necesitan trabajar, salvo que sean jubilados y vengan por reagrupación familiar. El Estado debe proveerles de identidad, moral y psicológicamente si es preciso. Como los mismos emigrantes reclaman: 'sólo venimos a trabajar en labores que los nacionales no quieren hacer'. Los hechos demuestran que no es tan fácil la cuestión, pero si se superan discriminaciones y se pone buena voluntad —diálogo— por ambas partes de seguro que se va por el buen camino.

Cual es el balance final, la actitud de unos y otros, es buena, ciertamente la diversidad enriquece y el nacimiento de prácticamente todos los países ha sido por movimientos migratorios. Piénsese también en la actitud de los que llegan con un alto grado de ilusión, de descubrimiento, de amistad cooperante, de amor a su nueva nación y de cómo perciben la nueva realidad: en muchos casos con sorprendente admiración.

En la mayor parte de los casos por diversas razones que iban desde el hambre y la miseria al sueño de una tierra propia que labrar y a las aspiraciones de ascenso social.

En la actualidad, con la realidad de nuestro país, las cosas se han revertido, son nuestros jóvenes los que parten hacia esos países con la ilusión de ver realizado sus sueños.

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